Los comienzos del joven rey Mohamed VI –que nació el 21 de agosto de 1963– fueron fáciles porque gozaba de una gran popularidad. Se había mantenido apartado de los asuntos del Estado. No estaba implicado en ninguna cuestión de seguridad o de politiquería, contrariamente a su padre Hassan II, sobre el cual se había apoyado Mohamed V (abuelo del soberano actual), otorgándole la responsabilidad de solucionar problemas delicados, como la represión del levantamiento beréber del Rif en 1958-1959.
Los gustos simples de Mohamed VI y la aversión que parecía tener por el ritual que envolvía a la Corte fueron bien recibidos. Los marroquíes comenzaron a creer que a la aplastante presencia de Hassan II seguiría el reinado tranquilizador de un hombre joven, moderno y poco preocupado por el protocolo. Sus primeras intervenciones públicas causaron buena impresión. La “solicitud” y el “afecto” que manifestaba por las “capas sociales más desfavorecidas” y su (...)